El sector naval es un sector estratégico para la economía española y vital para algunas zonas en las que la mayor parte del empleo proviene de este sector y en las que además se construyen buques y artefactos navales de alto valor añadido.
Entendemos que es fundamental que la política industrial sea una prioridad en el conjunto de la Administración General del Estado, por eso venimos proponiendo agrupar en el Ministerio de Industria el conjunto de competencias relacionadas con los sectores productivos, y en concreto del naval público, en vez de en Hacienda, ya que opinamos que Industria debería ser el Ministerio responsable y con “vocación” y especialidad en estas materias.
Desde luego no tenemos duda de que nuestros astilleros tienen que ser empresas sostenibles, rentables y generar empleo de calidad, de modo que cualquier inversión que realicen tiene que ir sustentada por esos pilares y ello será lo que asegure su permanencia a medio y largo plazo. Eso implica una mayor diversificación de los contratos, realizando diversos tipos de buques y de artefactos navales para diversas industrias relacionadas con el sector. Igualmente, es necesaria una mayor capitalización, así como un mayor protagonismo y respeto hacia la externalización, con industria auxiliar, subcontratista y de los suministradores de equipos, sistemas y servicios nacionales. El Colegio cree y defiende la diversidad de actividades que con una adecuada gestión industrial y de planificación de la producción no sólo lo pueden hacer compatible, sino que puede redundar en la viabilidad de nuestros astilleros. Además, la colaboración público-privado será otro elemento fundamental de viabilidad para asegurar ese futuro que todos deseamos.
Y en concreto en el caso de Ferrolterra, que es el que se discutió en la Comisión de Hacienda, y al igual que en todas las demás zonas del país, siempre habrá un aliado en el Colegio de Ingenieros Navales y Oceánicos para sus astilleros, con el refuerzo que supone la pertenencia a Navantia, con el objetivo de que vuelva a construir barcos y unidades sofisticadas con el prestigio que siempre tuvo este gran astillero.
Por todo lo anterior creemos imprescindible que el nuevo Gobierno y desde la Unión Europea se apoye al sector tal y como se hace en otros países de nuestro entorno, como Italia, Francia, Polonia o Estados Unidos, y mucho más en otros países competidores como Japón, Corea y China. El Colegio Oficial de Ingenieros Navales y Oceánicos lleva mucho tiempo defendiendo la igualdad de competencia de los astilleros europeos frente a los del resto del mundo y es una necesidad para un sector que compite globalmente.
Por supuesto, las empresas del sector deben evolucionar con una renovación y rejuvenecimiento de la plantilla, pero sobre todo hacia una mayor tecnificación de la misma. Es necesaria una mayor formación técnica, en los procesos y en las nuevas tecnologías, teniendo en cuenta los nuevos modelos de gestión con colaboración tecnológica en terceros países o la implantación de los astilleros 4.0, con su mejor adaptabilidad y una asignación más eficaz de los recursos, que además creemos reducirá a medio plazo la “fuga” de pedidos al lejano oriente.
Desde el Gobierno, se deben apoyar a las empresas con capacidad de consolidarse, fusionarse, invertir, crecer y cumplir con un contrato-programa que incluya objetivos de volumen y de competitividad, así como favorecer el flujo de transferencia tecnológica desde la construcción naval militar a la civil y desde el sector público al privado.
Evidentemente, todo desde una justa y limpia competencia, sin olvidar que la competencia en el sector marítimo es global y estudiando, por tanto, las acciones a menudo desleales de nuestros competidores.